Marcelo Tinelli volvió ayer a la televisión argentina con toda la parafernalia, alegría, dadaísmo, confusión, kitsch y patchwork cultural, que caracterizan su desembarco en la pantalla. Si algo no hace Tinelli es ahorrar.
Por Helena Perez Bellas.
El chico de Bolívar parece macerar la idea de que a los argentinos les puede ofrecer un país de fiesta y sensibilidades variadas, apuntando cada año con más certeza a una posible candidatura presidencial.
Si miramos el primer programa de Tinelli bajo ese ángulo, nos vamos a encontrar con la creación de un sentido común que teje su trama año tras año para construir al Marcelo candidato. Tinelli es un hombre que vive de la sinergia que logra del otro lado de la pantalla, pero también de los desafíos que le depara la conquista del poder.
Habiendo logrado todo en la televisión y con un solo traspié destacable (su paso por Canal 9) en casi 30 años de carrera en la pantalla, lo que le queda a Tinelli es la conquista del país como presidente de todos los argentinos. Cosas más extrañas se han visto, así que hacernos a la idea no estaría mal. Pero es pertinente destacar que este año 2017 fue el año en el cual Marcelo finalmente blanqueó: nos quiere gobernar.
Antes de ir a fondo con la cuestión política, hay que ocuparse de la cuestión festiva y popular. La cultura popular no es una trama uniforme y pura (aunque alguna de sus expresiones eventualmente lo sea); es más bien un montaje de referencias y afinidades. Por eso, cuando se le busca sentido a la apertura de Showmatch, la misión está perdida.
No hay una historia lineal en los cuadros que la producción va enganchando paso a paso. Lo que hay es, por un lado demostración de recursos, por otro, refinamiento en materia de tecnología, y, por último, el vértigo de hacer todo en vivo y sin errores. Los pilares entonces serían la fastuosidad expresada, la implementación de las máquinas y el timing demencial que empujan un poco más año tras año.
Luego, si eso tiene una estética uniforme y se sostiene todo en el mismo nivel de calidad, desde ya que no. Hay vaivenes, otros dirán hay gustos, en los cuales la cultura popular se balancea y da lo mejor y lo peor de sí. En lo que concierne a la apertura, uno puede apuntar cuáles fueron los grandes momentos y cuáles fueron los peores o, para no ser tan duros, las oportunidades desperdiciadas.
De todas maneras no se debe dejar de lado que Tinelli cuando presenta su show intenta federalizarlo lo máximo posible y hacerlo inclusivo para todas las clases sociales.
Cada cuadro representa un gusto particular, y es un guiño para cada tipo de espectador. De ahí que convivan Oriana Sabatini presentando su primer single en inglés, junto a Flavio Mendoza anticipando su nuevo show y a Ulises Bueno (hermano de Rodrigo) reversionando un clásico de los GNR en castellano.
La producción comandada por el Chato Prada y Federico Hoppe, se ocupan de tocar cada arteria de la ciudad de Buenos Aires, logrando mostrar en cada una de ellas una realidad, una idiosincrasia y un gusto diferente. Sin embargo, la función de Tinelli es unir y eso lo logra cuando logra que el sentido común cabalgue sobre “La Argentinidad al Palo” y funda con el himno argentino.
Entre las minas más lindas, el baile del grupo Malevo, las biromes, los goles de la selección argentina y mil referencias más al ser nacional y popular, Tinelli logra identificación en encendido en TV tradicional y streaming y deja en claro que él entiende como pocos de qué madera estamos hechos.
Uno puede pensar que buscarle coherencia a la apertura de Showmatch es posible, en tanto y en cuanto se entienda que ser Argentino es ser un poco así. Una condena de contradicciones, algunas individualidades rutilantes, una búsqueda de sentido constante para algo que, al final del día, no lo tiene o parece ser tan complicado que para qué vamos a insistir.
O se puede intentar pensar que es el ser argentino, desarmarlo, volverlo a armar. Llenarlo de sentido, buscarle una razón de ser que explique por qué somos como somos, por qué nos interpela tanto Tinelli y como un chico de Bolívar logró entender, sintetizar y escribir en la pantalla de todos nosotros, nuestro ADN.
Para finalizar habrá que cuestionar y pensar las patas políticas en las cuales descansa Tinelli. Marcelo Ramal (FIT) ya presentó ante la legislatura un pedido de informe sobre la participación del jefe de gobierno Larreta y su vice Santilli , para que se explique cómo y por qué fueron cedidas las locaciones de la ciudad para la apertura de Showmatch.
Política y show van de la mano, Tinelli lo sabe. Esto recién empieza.